Callejero latino de Córdoba

En la entrada anterior me refería, en relación a las motivaciones para la escritura de una entrada, que, a veces, algunas de ellas, sin ni siquiera pasar por el estado de borrador del blog, quedaban solo en intenciones y, por tanto, reconocía mi pereza. No será el caso de este articulillo que sigue.

Con mis alumnos de 4º de Latín de este curso había desarrollado varios proyectos, más o menos canónicos (antropónimos, referentes clásicosdiálogos latinos o visita a Itálica); por tanto, ya, en el último trimestre, tenían la suficiente experiencia y madurez para afrontar un proyecto de producción o creación más ambicioso. En cursos pasados, ese proyecto final del curso era la producción de un vídeo sobre un resto arqueológico romano de la ciudad. De hecho, en este curso también, vinculado a Profundiza, hay un vídeo sobre el templo romano de Córdoba.

No obstante, en esta oportunidad pensé en desarrollar un proyecto sobre el que había pensado en cursos anteriores: la elaboración de un callejero latino (el enlace remite a la descripción y guía del proyecto), para el que contaba con los excelentes modelos que habían impulsado en cursos pasados compañeros como Toni, Lu, Tres tizas y Bloggeando.

Los motivos de la elección de este proyecto para mí resultaban evidentes:

1. Contextualización del aprendizaje, interacción con el mundo, aprendizaje funcional… Como les escribía a ellos, quería que derribaran las fronteras del mundo académico: «Sabéis- os lo he dicho desde principio de curso- que para realizar los proyectos de Latín ibais a tener que moveros, buscar, investigar, salir a la calle…». La información que iban a seleccionar de las fuentes tenía un fin, una aplicación directa para el mejor conocimiento de un fragmento de su realidad: el nombre de una calle por la que, a veces, habían transitado con mucha frecuencia.  Por tanto, sí había que buscar y seleccionar información, pero no con el propósito de reproducirla, más o menos literalmente, sino como una herramienta, básica,  para llenar de contenido un vídeo. En consecuencia, la primera fase del proyecto (tras la elección de calles y constitución de equipos) era la de documentación: debían registrar varias fichas documentales (textos, páginas web, imágenes, vídeos…) sobre el nombre de las calles cordobesas que eran objeto de su investigación.

En realidad, la siguiente fase (visita al monumento) también era una fase documental: debían visitar, con anterioridad a la grabación del vídeo, la calle para fotografiarse junto al rótulo de la misma y, asimismo, seleccionar algunas imágenes que podían acompañar el montaje final del vídeo. En esta fase alguno descubrió que faltaba el rótulo de la calle (Helvia, concretamente).

2. Desarrollo de habilidades y capacidades no solo cognitivas. La autonomía, las elecciones, el cumplimiento de plazos, la organización del propio trabajo… les obligaban necesariamente a desarrollar esas capacidades tan necesarias para el desarrollo de un proyecto.

Y estas capacidades de autonomía en su propio aprendizaje – me parece- son difíciles de adquirir. Con frecuencia, los alumnos olvidan la fase documental cuando llega el momento de escribir el guion del vídeo, lo que les obliga a volver a documentarse.

3. Trabajo en equipo. Estaban agrupados en pequeños equipos (dos o tres personas). No obstante, he de reconocer que, a veces, la colaboración entre los miembros del equipo fue mínima: se limitó a, puesto que, normalmente, eran dos los componentes y dos calles, a fotografiar o grabar en vídeo al compañero en su calle y viceversa.

4. Compromiso con su propio aprendizaje (Meaningful Engaged Learning). Este principio para mí es muy relevante. Cuando se lo solicita a ellos, les digo lo siguiente:

Entiendo que cuando uno realiza y resuelve una actividad o  problema prototípico, por ejemplo, de Matemáticas o el análisis sintáctico de una oración , lo consideréis algo ajeno y distinto a vuestras preocupaciones y que la satisfacción se reduzca a la resolución de un ejercicio que podéis considerar más o menos difícil. Entiendo que cuando realizáis un examen de cualquier materia, el grado de implicación sea similar al de esa actividad o problema que he citado antes. Sin embargo, cuando realizáis un proyecto, vuestro compromiso es, necesariamente, diferente. ¿Por qué? Para mí, la respuesta es clara. En ese proyecto habéis invertido tiempo, creatividad, esfuerzos, desánimos… en todo su proceso, pero, además, en el resultado final estáis vosotros mismos: vuestros rostros, voces, capacidades, habilidades, elecciones… Los proyectos son parte de vosotros y os reflejan.

Ciertamente, lo que con frecuencia recuerdan de un curso son, justamente, esas experiencias que forman ya parte de su memoria, de su aprendizaje. Dicho esto, no debo ocultar que, aun así, para algunos la realización de un proyecto se reduce a una mera actividad académica cerrada, uniforme y mecánica.

5.  Creatividad: los márgenes y, por tanto, la libertad-responsable- de elección eran amplios. Aunque no estaba previsto (por no complicarlo en exceso) en el diseño inicial, algunos elaboraron (reelaboraron, reescribieron) los guiones (casi solo los textos dialogados) de sus vídeos, sin apenas instrucciones previas, aunque sí con mi supervisión, como en este fragmento de Tatiana:

(Grabamos primero paseando y mostrando el puente y en el fondo se escucha música). Hoy os hablo de la calle del Puente Romano de Córdoba, llamada así porque en ella está situado el puente romano principal de Córdoba. (Este trozo lo grabamos junto a san Rafael para después mostrarlo más adelante: ya no hay fondo con música). Se encuentra junto a la Mezquita y la Judería: constituye uno de los conjuntos históricos más importantes de Andalucía. Se construyó en el siglo I d.C. durante la época del dominio romano en Córdoba, sobre el río Guadalquivir. Fue uno de los más importantes medios de entrada a la ciudad desde la zona sur de la Península Ibérica (A partir de aquí cortamos la grabación en la que salgo hablando y ponemos una imagen mientras hablamos lo que viene escrito a continuación) por ser el único punto para cruzar el río sin utilizar ningún tipo de embarcación. Probablemente, la Vía Augusta que iba desde Roma hasta Cádiz pasaba por él…

Tenían que buscar una idea, un hilo conductor para que la comunicación de esa información sobre el personaje histórico o mitológico, hecho histórico, o elemento del mundo clásico que había dado nombre a la calle cordobesa se produjera con naturalidad y sencillez.  Para ello, la mayor parte de ellos, como es lógico, puesto que eran dos los componentes, adoptaron la forma de un diálogo más o menos verosímil y natural, en el que se sucedían imágenes tomadas en la propia calle y otras que habían obtenido en la fase de documentación :

E incluso, el caso extremo fue el de Bryan al que, por su falta de planificación y formar parte de equipo impar, le falló algún compañero, pero él, con sus capacidades, que son muchas, se desdobló y partió el plano entre Bryan y Ryan:
http://www.youtube.com/embed/T-lI4OZaLXE

Para finalizar, aunque resulta un tópico en la educación que yo- confieso- no siempre he compartido ni comprendido, con los proyectos, con este proyecto el aprendizaje se produce en los dos sentidos (profesor-alumnado y alumnado-profesor), de tal modo que también para el docente, para mí ,el proyecto (sus diferentes fases, las dificultades de los alumnos, sus motivaciones, sus comentarios y valoraciones,  los resultados finales…) es también una valiosa experiencia de enseñanza, de mejora del proceso de enseñanza.

También así lo entienden los alumnos, respecto de su aprendizaje: al menos, ese ha sido un comentario reiterado en la encuesta que les pedí que completaran.


Actualización octubre 2014. Este proyecto Callejero latino de Córdoba ha sido galardonado como Mejor Experiencia Innovadora en la II edición de los Premios SIMO EDUCACIÓN a la innovación educativa.

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