Sobre Twitter

 

El curso pasado me decidí, tras comprobar que personas a las que respeto- personal y profesionalmente- usaban regularmente Twitter, a explorar esta herramienta, venciendo varios prejuicios. Recuerdo que me sorprendía, ya en 2009, su fulgurante éxito en el mundo educativo. El mayor de mis prejuicios obedecía, , aunque desde TweetDeck, recientemente, puede salvarse esta limitación, a los 140 caracteres. ¿Es posible transmitir información relevante en tan reducido espacio? Reconozco que no soy usuario de SMS y que cuando, por la ortografía, discuto en clase con los alumnos sobre el asunto, los argumentos que ellos esgrimen en favor del coste del SMS frente a la simple llamada telefónica, nunca me han parecido de peso. De hecho, según informaciones recientes, los ingresos de las operadores de telefonía por SMS están en retroceso, al ser sustituidos los SMS  por las aplicaciones para el chat de los smartphones.  Esta tecnología, en mi opinión,  lo que facilita es una comunicación híbrida entre lo oral y lo escrito (nueva oralidad, oralidad escrita), que nuestros alumnos exprimen con pasión. Quizás mi prejuicio sobre Twitter tiene que ver con los «riesgos» de esta nueva oralidad.

De otro lado, no es mi propósito- queda lejos de mi competencia- evaluar el uso de Twitter para la comunicación y organización de personas (revueltas del mundo árabe, 15M…), esto es, como eficaz instrumento para las estructuras y agrupaciones sociales. Ciertamente,  gobiernos autoritarios e incluso democráticos, como el británico, han planeado y/o bloqueado este y otros servicios de redes sociales, lo que pone de manifiesto que estas herramientas pueden estar al servicio de una democracia participativa y representativa. Lamentablemente, también, como cualquier otra herramienta, puede usarse para la represión y vigilancia policial.

Pero vuelvo al punto de partida: una pequeña reflexión a partir de mi experiencia- limitada al uso profesional- como practicante de Twitter. Entiendo, como usuario de blogs,  que básicamente  Twitter es un servicio de microblogging. La relación entre los servicios para el blog y para el microblog se presentó, por el vertiginoso y vortiginoso crecimiento de estos últimos, como conflictiva e incluso incompatible, hasta el punto de que algunos predijeron, erróneamente, la muerte de los blogs. No obstante, aquellos blogueros que escribían entradas que se reducían a un mínimo comentario y la recomendación de un enlace (sitio web, vídeo, etc.) encontrarían en Twitter el espacio idóneo para ese tipo de comunicación. No he practicado este tipo de entradas, de modo que supongo que es otra de las razones que me impedían reconocer la utilidad de Twitter.

Y considero hoy que Twitter es un elemento relevante dentro de un entorno personal de aprendizaje (ple). Sin embargo, junto al dulce trinar o gorjeo de muchos tuiteros que comunican, desde mi punto de vista, con sentido y de modo pertinente, esto es, tienen en cuenta cuáles son sus seguidores y qué información les puede resultar relevante, aparecen en Twitter no gorjeos sino exabruptos, ruidos (¿al modo del gay-trinar de Machado?) que dificultan y, a veces, impiden una correcta lectura y seguimiento. A algunos de estos ruidos me referiré a continuación. Probablemente, estas- para mí- objeciones del servicio no sean para expertos tuiteros sino ventajas de la herramienta. Quizás sea así, pero, a día de hoy, desde mi bisoñez,  son usos que no comprendo.

Es frecuente que los tuiteros sean asimismo blogueros. En consecuencia, cuando publican alguna entrada en sus blogs, se hacen eco de ello mediante un mensaje con el enlace oportuno en Twitter. Es incuestionable que es un uso legítimo: recomendar un enlace, en este caso propio. Lo que no llego a descifrar es la razón por la que ese mensaje en Twitter- la recomendación a un artículo propio en un blog- se repite con una periodicidad breve y fugaz, cada pocos minutos u horas y durante varios días. Si la justificación es que sea recibido por el mayor número posible de seguidores que se conectan a Twitter incluso esporádicamente, mi respuesta es que en el PLE, junto a Twitter, cualquier profesor debe recibir información a través de un servicio de lector de RSS. Me parece fuera de duda que Twitter por su fugacidad e inmediatez no puede reemplazar a un lector de RSS. Por consiguiente, la repetición machacona de un artículo propio en un tuiteo produce fastidio, enojo y, desde luego, es poco elegante. ¿Por qué no sucede lo mismo- esa repetición pertinaz- con otros enlaces recomendados?

La inmediatez, una de las ventajas de Twitter, se ha usado, en el ámbito de mi timeline, para transmitir una minicrónica de cualquier reunión o congreso educativo-tic que tanto abundan. Desde mi experiencia, no se consigue el objetivo: comunicar a tus seguidores  las impresiones directas del asistente tuitero a la reunión. Estos tuiteos o bien se multiplican de manera inconexa- una de las desventajas de Twitter es la discontinuidad pese a los hashtags– o bien se limitan a indicar que el ponente comienza o cierra su intervención. Incluso en alguna reunión los tuiteos de los asistentes se publicaron simultáneamente, mediante proyector, a la exposición del ponente, lo que, parece ser, produjo distracciones e incomodidades por falta de respeto a la netetiqueta. A ello se une que es, asimismo, muy frecuente que estas reuniones puedan ser seguidas en vídeo por streaming, de tal modo que no parece necesaria la figura del minicomentarista interpuesto.

Por último, pese a que no es un servicio de chat, se practica muy frecuentemente- de nuevo, trinos inútiles- un intercambio de emociones o pensamientos que sólo afectan a los participantes en ese diálogo. No alcanzo a adivinar por qué una conversación privada se hace pública, dado que Twitter dispone de la opción del mensaje directo (DM). En este punto, me he dado cuenta de que en los últimos tiempos el concepto de privacidad e intimidad ha evolucionado.

Con mis alumnos adolescentes, he reflexionado y reflexiono sobre ello. Hace unos años mis alumnos quisieron invitarme a Tuenti. Rechacé su propuesta porque, les dije, entendía que debía ser un espacio propio y exclusivo para ellos, como adolescentes, aunque sé que algunos compañeros- les felicito por ello- explotan Tuenti desde un punto de vista educativo. Sin embargo, este curso mis alumnos de 2º de Bachillerato  y de otros niveles se empeñaron en comunicar conmigo desde las redes sociales (parece claro que evolucionamos hacia una enseñanza semipresencial), y no pude negarme. Me enviaron solicitudes de amistad en Facebook- que sólo usaba como «rebote» de Twitter- que autoricé y, poco después, denegé. La razón era que aparecían en mi muro, lógicamente, imágenes de mis alumnos que a mí me parecían privadas. Incluso algunos estados norteamericanos, Virginia y Missouri, han dictado normas para limitar las comunicaciones en redes sociales entre profesores y alumnos. Pero mis alumnos no escucharon las razones por las que rechacé o revoqué sus solicitudes de amistad de Facebook: parece que sólo entienden como privadas las imágenes de contenido sexual. Así pues, tuve que resignarme y readmitirlos en Facebook. Por cierto, también la limitación de espacio en los mensajes de  Facebook me ha constreñido en más de una ocasión, aunque en este servicio existe la posibilidad de un mensaje más largo que denominan nota. Debo ser uno de los usuarios de Facebook que, proporcionalmente en relación a los mensajes, hace un uso más intenso de las notas.

En fin, espero que estas observaciones mías no sean malentendidas. Estoy convencido de que Twitter o/y otras redes sociales van a ser- están siendo ya- muy útiles en el ámbito profesional y en el mundo educativo, que- repito- camina hacia la modalidad semipresencial; pero (quizás por mi formación y edad) estos- y otros- aspectos señalados del uso de Twitter no aportan beneficios, desde mi punto de vista. En todo caso, estaría encantado si algún lector tuitero de esta entrada, más experto que yo, me hiciera ver que estas desventajas no lo son en modo alguno.

 

 

Módulo II de Escuela Tic 2.0

En el curso pasado 2010-2011 fui el responsable de impartir en el CEP de Córdoba el Módulo II, en la especialidad de Lengua castellana y Literatura, del proyecto Escuela Tic 2.0, denominación que recibe en Andalucía la incorporación al aula de las tecnologías de la información y la comunicación con el modelo 1×1 de miniportátiles para los alumnos y con conexiones wifi y pizarras digitales, en todos los centros educativos para 1º y 2º de ESO.

El Módulo II, diseñado por la administración educativa (Dirección General de Profesorado y Gestión de Recursos Humanos), corresponde al nivel intermedio de formación del profesorado que se incorpora al proyecto y se configura como un curso semipresencial, esto es, del total de horas de formación el 45% corresponden a seis sesiones presenciales de tres horas cada una. Como consecuencia, se nos indicó que diseñáramos un blog como soporte no presencial del curso.  Por cierto, no me parecía entonces- ni ahora- que la herramienta del blog fuera la más idónea para la estructura y contenidos del curso; pero todo apunta a que el blog se entiende, a menudo,  como sinónimo de sitio web educativo  universal y polivalente. Como es fácil advertir, el blog que yo construí (Módulo II. Lengua castellana) viola algunas de las características inherentes de un blog: la periodicidad en la publicación y el orden cronológico de las entradas. De hecho,  tuve que violentar el diseño prototípico de un blog en beneficio de una estructura más estática del sitio web, tal como requerían y exigían los contenidos y  la organización de esta actividad formativa: las entradas de este blog aparecen sin fecha; sólo es visible una entrada en la página principal; hice uso de las etiquetas para organizar en capítulos (cada una de las sesiones) los contenidos y utilicé las páginas estáticas, que aparecen como pestañas superiores bajo el título del blog,  para incorporar el diseño didáctico, realizado- repito- por la administración educativa, de cada clase.

En las dos primeras sesiones del curso  se trabajan, amén de una introducción a las aplicaciones didácticas de la web 2.0, dos herramientas: mapas conceptuales y presentaciones. Asimismo, las sesiones y pueden considerarse  un minicurso-taller sobre Wikispaces. No obstante, procuré que el foco de nuestro interés y atención no estuviera tanto en el manejo y dominio de  estas herramientas digitales como en el uso directo en el aula y potencialidad educativa de las mismas.

Quizás de mayor interés para un profesor de Lengua castellana sean las sesiones y 4ª. En la tercera, junto a unas recomendaciones para la adaptación al trabajo en un aula digital y para la búsqueda de recursos educativos en los buscadores, se ofrece información para  la personalización «lingüística» de la barra de herramientas de Firefox. Asimismo, con cierto detalle, se describen los recursos educativos- de tan elevado número como calidad-, alojados o vinculados (a algún portal o proyecto), del ITE.

En la cuarta sesión se clasifican los recursos digitales para Lengua castellana y Literatura  en dos categorías: sitios institucionales y sitios personales. En Sitios institucionales se pasa revista a instituciones que alojan, difunden, crean, clasifican … recursos como Educared, Cuadernalia, comunidades autónomas o editoriales escolares. En Sitios personales se recogen- y elogian- los sitios de colegas como Eduardo-Martín Larequi, Ana Romeo y Lourdes Domenech, Francisco Javier Cubero, Víctor Villoria…

Decía más arriba que los materiales de estas dos últimas sesiones descritas (la 3ª y la 4ª) podrían ser útiles e interesantes para los profesores de Lengua castellana. La razón es simple. Pretenden satisfacer la habitual demanda  de dónde comenzar a buscar recursos digitales para incorporarlos al aula. Las entradas de esas etiquetas pueden contribuir a atender esa, a veces, imperiosa e incluso desorientada solicitud de nuestros colegas cuando piden ayuda para navegar en los mares digitales educativos.

Por último, aunque no sé si este año volveré a usar estos materiales, puede observarse que en varios artículos del blog hay notas e hipervínculos algo descontextualizados, pero que están incorporados al artículo para una eventual actualización, tan necesaria y obligada en la documentación digital. No es necesario declarar que será bien recibida cualquier aportación u observación destinadas a completar o colaborar en esa actualización.