Felipe Zayas, siempre tan sugerente, ha publicado hace unos días un artículo en su blog con el título de Gramática condenada. Estoy seguro de que, como sé que es uno de los asuntos que ocupa y preocupa a Felipe Zayas, continuará escribiendo sobre ello. Pensaba haber escrito algún breve comentario a su entrada manifestando mi posición, pero he visto que la extensión de mi comentario superaba los límites de lo admisible, por lo que he decidido escribir un pequeño artículo.
En primer lugar, para que se comprenda bien lo que voy a manifestar, creo necesaria una declaración de fidelidades. Me considero un apasionado de los estudios gramaticales, desde mi adolescencia. E incluso- hace ya muchos años- publiqué algunos artículos sobre temas gramaticales en revistas científicas. ¿Por qué alguien que siente y vive con emoción lo referido a la Gramática condena la gramática escolar al más triste- y ligero, como os dice el título- de los sepulcros?
Los motivos son varios:
1. La enseñanza de la gramática- y de otros muchos contenidos de la materia- en la enseñanza Secundaria – y también Primaria, por la experiencia de mi hijo- está dominada por el libro de texto. ¿Cómo trabaja un libro de texto al uso los contenidos gramaticales? Para aquellos que lo ignoren, los contenidos gramaticales constituyen un capítulo- inconexo y sin relación con otros- de lo que se denomina en el libro de texto unidad- carece por completo de unidad– didáctica. Los contenidos gramaticales recogidos en esos capítulos responden a unas fuentes -casi ignotas- escolares, tradicionales- pero no en relación a la denominada Gramática tradicional en los estudios de Historiografía lingüística-, ajenos a las investigaciones gramaticales de los últimos- pongamos- 40 años.
En un círculo vicioso, las editoriales, empresas con ánimo de lucro, publican esos contenidos porque saben que son los que sus destinatarios- no los alumnos, sino los profesores- prefieren y buscan. Y los profesores, siempre amigos del libros de texto, seleccionan los libros de texto que recogen contenidos gramaticales «escolares», por denominarlos de algún modo. Si, inopinadamente, en el libro de texto aparece algún concepto gramatical «novedoso» como argumento y adjunto (vid. un artículo mío sobre la cuestión), la respuesta de los profesores es marginarlo, por considerarlo, en exceso, moderno, inútil o inapropiado para niveles escolares.
Por tanto, es imposible- o, al menos, a mí me lo parece- que el libro de texto, principal herramienta aún de la enseñanza para muchos profesores, proceda a una actualización de los conceptos gramaticales porque ese libro, un producto comercial para la editorial, sería rechazado por el profesorado y bajarían sus ventas.
2. El enfoque academicista. En el punto anterior, he argumentado sobre la inviabilidad de la incorporación de la «nueva» gramática a la enseñanza. Pero lo más sorprendente es que, además de esa gramática escolar por la que optan mayoritariamente mis compañeros, se defiende un enfoque academicista. Me refiero a que es principio casi sacrosanto que el objetivo de la educación gramatical del alumnado ha de ser el de transmitir conceptos, términos y técnicas propias de la Gramática como ciencia: clases de palabra, pretérito pluscuamperfecto, análisis de la oración compuesta por coordinación y por subordinación, etc. Digo que me parece sorprendente que este enfoque academicista, que se supone cientifista, conviva con el tratamiento de la gramática escolar del libro de texto, absolutamente obsoleto.
Pensaba que con la publicación de la Nueva Gramática de la lengua española de la RAE en 2009 y los posteriores Manual y Gramática básica algo cambiaría. Dado el prestigio y consideración de autoridad de la RAE, creía que los departamentos – y las editoriales- procederían a una profunda revisión de los temas gramaticales, tomando como referencia y apoyo estas publicaciones de la RAE. No ha sido así, de tal modo que sigue vigente la falacia- vid. otro articulillo mío sobre la cuestión-de la defensa de un enfoque academicista en la enseñanza gramatical, pese a lo trasnochado de la gramática que se transmite desde el libro de texto.
3. ¿Es posible una enseñanza funcional de la gramática? O en términos más clásicos, ¿una gramática ancilar, un instrumento que permita al rétor u orador componer sus discursos y textos? Lamentablemente, la Retórica clásica no nos facilita modelos, al modo de los progymnasmata. Las razones por las que se impuso en el mundo antiguo el modelo de la gramática de Dionisio de Tracia y no la de Apolonio Díscolo son confusas. De otro lado, los enfoques funcionales o comunicativos que se practican en la enseñanza de las lenguas extranjeras no creo que puedan servirnos en la enseñanza de lenguas maternas.
En consecuencia, si de mí dependiera, en el próximo currículo de la ESO y Bachillerato suprimiría los contenidos gramaticales. Ese tiempo inútil- aprendizaje del futuro de subjuntivo?? por mi hijo en 1º de ESO; análisis sintáctico hasta 2º de Bachillerato con resultados cada vez peores…- podría dedicarse, sin más excusas, al desarrollo de las capacidades comunicativas- orales y escritas- de nuestro alumnado, a lo que una gramática cientifista ayuda poco o nada.