Relato desde el vídeo de un anuncio

Hace unos días Inés Andrés describía varias herramientas tecnológicas para facilitar la escritura creativa. Algunas de estas se apoyaban en la selección libre o aleatoria de imágenes para catalizar el proceso de escritura. Creo que muchos compartimos que estimular la imaginación de nuestros alumnos, que pertenecen a una generación transmedia, mediante imágenes (fijas o en movimiento) es un recurso útil y productivo.

En otras ocasiones, había propuesto a mis alumnos que compusieran narraciones a partir de imágenes de personajes. Pues bien, en este curso he pensado que un vídeo les resultaría aun más estimulante. Sin embargo, había que evitar que su narración fuera mimética respecto del vídeo. Pueden y deben apoyarse en las imágenes del vídeo, pero se les solicita modificarlo, invertirlo… Con estos condicionantes, más la necesidad del aprendizaje funcional, vinculado a su vida cotidiana, he determinado que el vídeo corresponda a un anuncio televisivo o spot. La necesidad de alejarse del anuncio, además, está justificada por el carácter manipulador del mensaje publicitario. De manera indirecta, les obligo a desarrollar, para conseguir la modificación invertida que les solicito en su relato, su capacidad como receptores críticos de mensajes.

De otro lado, aunque en este proyecto de comunicación – la escritura de un breve relato- podemos prescindir, por ser bien conocida para un alumno de 3º de ESO, casi por completo de la descripción estructural de una narración, sí es necesario ofrecerles algún modelo. Por ello, yo mismo he compuesto un breve relato a partir de un anuncio televisivo.

En fin, sin más preámbulos copio aquí la tarea tal como aparece en el wiki de clase, si bien he omitido el pequeño tutorial para incrustar el vídeo del anuncio en sus páginas personales del wiki de Wikispaces:


Escribir un pequeño relato no es difícil. Se trata, básicamente, de contar las acciones o hechos imaginarios- que despierten el interés de quienes nos leen- que sucedieron a unos determinados personajes, en un lugar y tiempo concretos. Por tanto, los elementos básicos de una narración son:

acciones
personajes
espacio y
tiempo.

Además, como ya sabéis, otro de los elementos básicos en un relato es el narrador: la voz que cuenta la historia. Os recuerdo que puede ser un narrador en 3ª persona, o narrador externo, o bien puede ser uno de los personajes de la historia, un narrador interno, sea un narrador en 1ª persona o sea un narrador testigo. En vuestro relato, quiero que prestéis especial atención a este último elemento (el narrador), porque su elección condicionará el propio relato.

En esta tarea de escritura, para facilitaros la inspiración, vais a componer una breve narración en la que se os facilitarán todos los elementos básicos de la narración (acciones, personajes, espacio y tiempo), ya que estos proceden de un anuncio publicitario televisivo (o comercial de televisión o spot). En realidad, el anuncio también se ha filmado desde un punto de vista narrativo, esto es, también aparece un narrador, pero, por supuesto, como el resto de elementos del anuncio, podéis modificarlo libremente.

De hecho, uno de los requisitos de vuestro relato es que invirtáis el mensaje persuasivo del anuncio. Me refiero a que el mensaje publicitario se caracteriza por su carácter manipulador, esto es, pretende convencernos de las bondades del producto que promocionan con el fin de que lo adquiramos. Por ejemplo, en el anuncio que he transformado en relato invertido yo (el perfume Trésor de Lancôme) aparece una chica, famosa actriz, que espera a su amado. El spot nos sugiere que para esos momentos emocionales tan intensos (el encuentro con el amado) es indispensable usar unas gotitas de su producto. Como vais a comprobar enseguida, en el relato no hay referencia al perfume y, además, con o sin él, no hay encuentro amoroso alguno.

Os escribo aquí, a manera de modelo, el relato a partir del anuncio Trésor, un perfume de Lancôme, que también podéis visualizar más abajo:

Un nuevo día llegaba y su tenue luz penetraba por la claraboya; tan tenue y difusa como la de cualquier otro día de otoño (o primavera, o invierno, o verano) en París, pues, pese a lo que se dice de la Ciudad de la Luz, no disfruta París de un radiante y luminoso sol durante el año.

Ese día nuboso, precedido también de una confusa noche para Ana, le prometía, sin embargo, luminosidad y alegría desde su turbia luz. Ana había dormido intranquila, con la impaciencia del que ve cómo el tiempo se arrastra, pero no avanza. Se levantó para consumir las horas: tomó un lento y relajante baño y se demoró en vestir sus delicadas medias. Pensaba en el tiempo: no llegaba la hora en la que se vería con Alberto. ¡Habían pasado dos años desde que tuvieron que separarse! Llegaba a París al mediodía, por lo que ella, desde su templanza, no podía evitar la inquietud. En su mente sonaba incesantemente la melodía de Michel Portal que habían escuchado juntos la última vez. Esa dulce música la acompañaba en su melancolía, teñida por la inquietud y el anhelo del encuentro.

Ana decidió salir al balcón… y lo vio, acelerado, junto a la fuente que dominaba la plaza. La sonrisa inundó su rostro, pero no le hizo señal alguna. Se dirigió a la puerta para abrirle, sin más demoras. Pasó varios minutos de pie, junto a la puerta, pero Alberto no llamaba. Volvió a salir, ya apresurada, al balcón. Ahora sí le pareció que el día era desapacible y frío. Un viento gélido movía con suavidad los rizos de su cabello. Miró, de nuevo, la plaza, junto a la fuente. Los chorros de sus surtidores no subían: parecían detenidos. El brillo de sus ojos desapareció. No vio a Alberto. ¿Pero lo había visto la primera vez?